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lunes, 9 de julio de 2012

LA INFILTRACIÓN A LA IGLESIA CONFIRMADA POR ESCRITORES, TEÓLOGOS, CARDENALES, MENSAJES Y PROFECÍAS

INFILTRACIÓN EN LA IGLESIA
Profecías, Jerarcas y Escritores la confirman
Parte 3
Satán reinó en el Concilio Vaticano II
La revolución satánica gana momentum en el Concilio Vaticano II: “el Concilio que trajo discordia, desunión y la pérdida de almas”
"Repito, hijos Míos, como os He dicho en el pasado, que el gran Concilio fue manipulado por satanás. Él se sentó allí entre vosotros y os trabajó como un tablero de ajedrez.

"¿Qué podéis hacer ahora para recuperaros? Es sencillo, hijos Míos: regresad y empezad de Nuevo con las bases que os han sido dadas. Debéis devolver el respeto a vuestro sacerdocio. Debéis devolver el respeto a vuestro Santo Padre, el Papa Pablo VI!" – Nuestra Señora, 15 de Mayo, 1976

(Agradecimientos sinceros al Padre Paul Kramer por su libro, The Devil’s Final Battle (La Batalla Final del Demonio), del cual muchas de las siguientes citas fueron tomadas).
La revolución satánica gana momentum en el Concilio
La palabra “revolución” ha sido empleada numerosas veces para describir el Vaticano II. Durante el debate sobre la Constitución Litúrgica en el Concilio, el Cardenal Ottaviani preguntó, “¿Están estos Padres planeando una revolución?” 
En cuanto a los cambios hechos desde el Vaticano II, el Profesor James Daly escribió:
Una cosa es llevar a cabo una revolución, y otra muy diferente es lograrlo y luego tener el atrevimiento de pretender que nada “sustancial” cambió. Ganar no es suficiente para nuestros Roberpierres litúrgicos; ellos deben seguir adelante para declarar que ellos nunca usaron la guillotina.[1]






Aparentemente, la revolución se inició tempranamente. Según Anne Muggeridge (la nuera del famoso periodista y Católico converso, el británico Malcolm Muggeridge), en The Desolate City (La Ciudad Desolada), el Cardenal John Heenan de Westminster reportó que durante la primera sesión rebelde del Concilio, el Papa Juan XXIII se dio cuenta que el papado había perdido el control del proceso, e intentó organizar a un grupo de obispos para tratar de forzar que terminara. Pero antes de que la segunda sesión del Concilio pudiera comenzar, el Papa Juan XXIII murió. Sus últimas palabras en su lecho de muerte, según lo informó Jean Guitton, el único laico que podía servir como peritus en el Concilio, fueron: "Detengan el Concilio; detengan el Concilio."


Antes del fin del Vaticano II, en Febrero de 1965, alguien le anunció al Padre Pío que pronto él tendría que celebrar un Nuevo rito, en idioma vernáculo, el cual había sido ideado por una comisión litúrgica conciliar. Inmediatamente, aún antes de ver el texto, él le escribió al Papa Paulo para solicitarle ser dispensado del experimento litúrgico, y que se le permitiera continuar celebrando la Misa de San Pío V. Cuando el Cardenal Bacci llegó a verlo para entregarle la autorización, el Padre Pío dejó escapar una queja en la presencia del mensajero del Papa: "Por amor de Dios, terminen el Concilio rápidamente."
Varios años después del Vaticano II, el 12 de Abril, 1970, la Hermana Lucía advirtió de "una desorientación diabólica invadiendo el mundo y mal guiando a las almas". El 16 de Septiembre, 1970, ella le escribió a una amiga religiosa, la Madre Martins, quien había sido su compañera en Tuy en el noviciado de las Hermanas Doroteas. Recientemente la Made Martins había sido fuertemente probada con una enfermedad: 

...Yo también, no me estaba sintiendo muy bien de mi corazón, mis ojos, etc.; pero es necesario para la Pasión de Cristo; es necesario que Sus miembros sean uno con Él, a través de dolor físico y a través de la angustia moral. Pobre el Señor, Él ha salvado a tantos con tanto amor ¡y es tan poco comprendido! Es doloroso ver una desorientación tan grande y en tantas personas que ocupan lugares de responsabilidad... De nuestra parte, hasta donde podamos, debemos tratar de hacer reparación por medio de una unión aún más íntima con el Señor; e identificarnos nosotros mismos con Él para que Él pueda estar dentro de nosotros como la Luz en un mundo sumergido en la oscuridad de error, inmoralidad y orgullo. Me duele ver lo que usted me cuenta, ¡ahora que eso está sucediendo allá...! Es debido a que el demonio ha tenido éxito en infiltrar el mal bajo un manto de bien, y los ciegos comienzan a guiar a otros, como el Señor nos dice en Su Evangelio, y las almas se están dejando engañar... Por este motivo es que el demonio ha librado tal guerra ¡contra [el Rosario]! Y lo peor es que él ha tenido éxito en llevar las almas al error y al engaño; ¡las almas quienes tienen una gran responsabilidad dentro de los puestos que ellas ocupan...! Ellas pertenecen a hombres ciegos mal guían a otros hombres ciegos...

La "gran desorientación y en tantas personas quienes ocupan puestos de responsabilidad " mencionada por la Hermana Lucía es una referencia a la desorientación dentro de la Jerarquía de la Iglesia Católica.

Vaticano II y los herejes

El Obispo Helder Camara alabó al Papa Juan XXIII por su “valentía en nombrar durante la víspera del Concilio, como expertos conciliares, a muchos de los más grandes teólogos de nuestros días. Entre los que él nombró hubo muchos quienes emergieron de las listas negras de sospecha.” En otras palabras, de las censuras y las condenaciones de Pío XII y la Santa Sede. Hubo herejes entre los que aconsejaban y ayudaban a los obispos a hacer un borrador de los documentos del Vaticano II.

TESTIMONIOS DEL APODERAMIENTO DE LAS POSICIONES DE LAS ALTAS COMISIONES CONCILIARES DE ENTRE LOS MISMOS “INNOVADORES” –LOS INFILTRADOS DEL MODERNISMO- PARA QUE LOS DOCUMENTOS DE LAS MESAS DE TRABAJO DEL CONCILIO FUERAN ESCRITOS, Y POR TANTO MODIFICADOS, POR LOS MODERNISTAS, CONFORME A SUS PRETENSIONES DE DEMOLICIÓN DE LA IGLESIA TRADICIONAL. 
El Padre Paul Kramer reportó en su libro, The Devil’s Final Battle (La Batalla Final del Demonio) que:

El 13 de Octubre de 1962, el día después de que los dos observadores comunistas llegaron al Concilio, y en el mismo aniversario del Milagro del Sol en Fátima, la historia de la Iglesia y del mundo fue profundamente cambiada por el más pequeño de los eventos.

El Cardenal Liénart de Bégica tomó el micrófono en el famoso incidente y exigió que los candidatos propuestos por la Curia Romana para dirigir las comisiones de los borradores durante el Concilio fueran excluidos y que se estableciera un nuevo estado de candidatos. Se accedió a la demanda y la elección fue pospuesta.

Cuando finalmente se hizo la elección, los liberales fueron elegidos para dirigir las altas comisiones conciliares – muchos de ellos de entre los mismos “innovadores” decretados por el Papa Pío XII. Los esquemas tradicionales formulados para el Concilio fueron desechados y el Concilio se inició literalmente sin una agenda escrita, dejando el camino abierto para que documentos completamente nuevos fueran escritos por los liberales. Es muy conocido y está espléndidamente documentado que una camarilla de liberales periti (expertos) y obispos procedieron luego a confiscar el Vaticano II con una agenda para re-hacer la Iglesia a su propia imagen a través de la implementación de una “nueva teología.’”[2] (p. 53)
TEÓLOGOS MODERNISTAS Y HEREJES DENTRO DEL CONCILIO VATICANO II HAN LLEGADO A ALTAS POSICIONES EN LA JERARQUÍA VATICANA CON “BENEDICTO XVI” QUE FUE “PERITUS” EN EL CONCILIO VATICANO II.

Dos de estos “teólogos (¿?)” fueron Hans Kung y Edward Schillebeeckx. Según Chris Ferrara:

Fue Schillebeeckx quien escribió la crucial página 480 del estudio crítico empleado por el “Grupo del Rhine”, los obispos quienes tenían que coordinar su campaña de relaciones públicas en contra de todos los esquemas completamente ortodoxos preparativos para el Concilio - los que llevaron al abandono de todas las preparaciones meticulosas que se habían efectuado para el Concilio. Después Schillebeeckx fue sujeto de una investigación por parte del Vaticano en cuanto a sus injuriosas opiniones heterodoxas concernientes al nacimiento de la Virgen, la institución de la Eucaristía, la Resurrección, y el fundamento de la Iglesia.[3]

Los liberales en el Vaticano II evitaron condenar los errores modernistas, el comunismo, y ellos también sembraron deliberadamente ambigüedades en los textos del Concilio los cuales intentaron aprovechar después del Concilio. El peritus liberal del Concilio, el Padre Edward Schillebeeckx admitió que, “hemos empleado frases ambiguas durante el Concilio y sabemos cómo las interpretaremos posteriormente.”[4] 

Monseñor Rudlolf Bandas, un peritus en el Concilio, reconoció que fue un grave error el haber permitido a sospechosos teólogos (como lo fueron Schillebeeckx y Kung) (*) en el Vaticano II:

(*) Durante su Pontificado, el Papa Juan Pablo II ordenó retirarle las credenciales que acreditaban a Hans Kung como “teólogo” por su modernista “teología hereje”.

Sin duda el buen Papa Juan –Juan XXIII- pensó que estos teólogos sospechosos rectificarían sus ideas y realizarían un auténtico servicio a la Iglesia. Pero sucedió exactamente lo contrario. Apoyados por algunos de los Padres Conciliares del ‘Rhine’, y a menudo actuando de una manera positivamente aburrida, ellos se dieron vuelta y exclamaron: “Mirad, hemos sido nombrados expertos, nuestras ideas quedan aprobadas”... Cuando yo entré el primer día de la cuarta sesión a mi tribunal en el Concilio, el primer anuncio que provenía del Secretario de Estado, fue el siguiente: “No será nombrado otro periti más.” Pero era demasiado tarde. La gran confusión ya estaba en función. Ya era aparente que no se permitirían el Concilio de Trento ni del Vaticano II, ni ninguna encíclica para impedir así su avance.[5]

El Padre Paul Kramer escribe:

En su libro Vatican II Revisited (El Vaticano II Revisitado), el Obispo Aloysius J. Wycislo (un defensor extático de la revolución del Vaticano II) declaró con frívolo entusiasmo que teólogos y hombres de letras bíblicas, que habían sido puestos “bajo una nube” durante años emergieron como periti (expertos teólogos que aconsejarían a los obispos durante el Concilio), y sus libros y comentarios pos-Vaticano II se convirtieron en lecturas populares.[6]
Yves Congar, uno de los artesanos de la reforma comentó con discreta satisfacción que La Iglesia ha tenido, pacíficamente, su revolución de Octubre.”[7] Congar también admitió, como si fuese algo de qué estar orgulloso, que la Declaración sobre Libertad Religiosa del Vaticano II es contrario al Syllabus del Papa Pío IX. Dijo: “No puede negarse que la afirmación que el Vaticano II hizo sobre la libertad religiosa en cuanto a lo material dice otra cosa de lo dicho por el Syllabus de 1864, justamente lo opuesto a las propuestas 16, 17 y 19 de este documento.”[8] 
El Cardenal Suenens declaró que “el Vaticano II es la Revolución Francesa dentro de la Iglesia.”[9] El Cardenal Suenens pudiese ser uno de los cardenales mencionados por Nuestra Señora de las Rosas, quienes recibirían un gran castigo por su participación en la destrucción de la Iglesia. (Para más información…)

Documentos del Vaticano II y sesiones

Tal como lo declaramos arriba, el Padre Edward Schillebeeckx admitió, “hemos empleado frases ambiguas durante el Concilio y sabemos cómo las interpretaremos posteriormente.”[10] El New York Times reconoció estas ambigüedades: “Los documentos del Concilio, elaborados por los obispos y sus asesores teológicos durante cuatro sesiones de dos meses cada una, llevadas a cabo durante cada otoño de 1962 a 1965, ofrecen más que suficientes compromisos y ambigüedades para las interpretaciones conflictivas”. El Padre Frank Poncelot escribe: “Nadie puede negar que existen ambigüedades en los dieciséis documentos del Concilio. Se pueden citar equivocadamente sus numerosos párrafos para demostrar o desaprobar muchas ideas y esto se hace frecuentemente para respaldar esquemas liberales y engañosos.”11
El Cardenal Ratzinger – actual Benedicto XVI- observó que los documentos de Vaticano II, especialmente Gaudium et Spes, comprometía a un “contra syllabus” diseñado a “corregir(!) ... la posición de una única cara que adoptó la Iglesia bajo Pío IX y Pío X,” y que estos documentos eran un “intento de una reconciliación oficial con la nueva era que había sido inaugurada en 1789.”[11] También admitió que Gaudium et Spes está permeada por el espíritu de Teilhard de Chardin.[12]
Teilhard de Chardin sostuvo la “teoría del evolucionismo” como lo ha afirmado también Benedicto XVI conforme se aprecia en la publicación de sus herejías.

Sin embargo, Nuestra Señor de las Rosas declaró que Teilhard de Chardin está en el infierno:

"Muchos de Nuestro clero se han vuelto ciegos a través de su amor por los placeres y riquezas mundanos. Muchos han aceptado un alma, una vez alta como sacerdote. ¡Teilhard está en el infierno! Él se quema para siempre por la contaminación que propagó a través del mundo! Un hombre de Dios (sacerdote) puede escoger como un instrumento humano, entrar al reino de satanás. El hombre no desafiará las leyes de Dios sin ser castigado. Sois una generación perversa, y llamáis la mano del castigo rápidamente sobre vosotros." - Nuestra Señora, 18 de Marzo, 1973 (Para más información… )

En el Vaticano II, el Cardenal Alfredo Ottaviani se estremeció al descubrir que una declaración, que propone que las parejas casadas puedan determinar el número de sus hijos, haya sido agregada sumariamente al texto de “La Santidad del Matrimonio y la Familia” sin ni siquiera una discusión sobre su consistencia con las enseñanzas previas de la Iglesia. El Cardenal Ottaviani preguntó:
...ayer en el Concilio debería haberse dicho que había dudas en cuanto a si se había tomado una postura correcta sobre los principios que rigen el matrimonio. ¿No significa esto que será dudada la infalibilidad de la Iglesia? O, ¿no iluminaría el Espíritu Santo con Su Iglesia, en los siglos pasados, las mentes sobre este punto de la doctrina?[13]
Sobre “el ecumenismo” y aclaraciones que todo católico y sacerdote deben conocer, dado que LA MISA EN LATÍN” SIGUE VIGENTE EN PLENO AÑO 2012 ¡Y POCOS LO SABEN!

La Misa Tradicional o Tridentina de San Pío V

El Padre Frank Poncelot escribe:

El ecumenismo significa el movimiento moderno hacia una unidad religiosa, pero ahora uno de los problemas más serios es el falso ecumenismo debido a los elementos modernistas en la Iglesia, así como a los teólogos modernos no autorizados que tratan de “regalar la tienda”. Los dieciséis documentos del Concilio Vaticano II son largos y “con muchas palabras”; muchas de sus secciones son ambiguas; no fueron hechos para hacer cambios doctrinales sino, desafortunadamente, para abrir las puertas a cambios que no se tenía la intención de hacer. Autorizó a comisiones a formarse y más tarde se volvieron “de extremo abierto”, especialmente cuando se hizo prevaleciente la espantosa palabra “opción” en la implementación del Concilio. Estuvieron presentes más de 2000 obispos para todas las sesiones, así como numerosos observadores (incluyendo personas no Católicas) y los obispos periti. A pesar que hubo diez Comisiones del Concilio, “la alianza liberal europea” (*), controlada principalmente por los obispos alemanes y sus periti (*), rápidamente dominaron las sesiones y, con mucho trabajo tras bambalinas, influyeron en la dirección tomada por las comisiones que fueron formadas en las secuelas del Concilio. Estas comisiones “implementaron” el Vaticano II y fueron responsables de interpretar las recomendaciones del Concilio en sus aplicaciones prácticas y pastorales. Esto es muy importante tomar en cuenta ya que la gran mayoría de los obispos que estuvieron presentes nunca tuvieron la intención que resultara la mayoría de las “implementaciones”, principalmente el Novus Ordo (Nueva Orden) de la Misala Misa que realmente fue promulgada en 1970.
(*) Nótese que son los cardenales de la cuna natal del cardenal Joseph Karl Ratzinger Peintner, actual Benedicto XVI, los que han impulsado la “teología de la Liberación” de la “corriente modernista”, de la Alemania, y de la falange judía, los del Priorato de Sión que han impulsado a la Comunidad Económica Europea para que surja el Gobierno Mundial único del anticristo Maitreya. Ellos están preparando con Maitreya el surgimiento de una iglesia sin el Eterno Sacrificio y sin la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía, por eso ya preparan el golpe final contra el Culto Eucarístico que es “la supresión del Eterno Sacrificio” profetizado por Daniel (Caps. 7 a 11).
Irónicamente, el documento del cual provienen los cambios en la liturgia, la Constitución sobre la Sagrada Liturgia – el primero de dieciséis documentos, es el documento peor comprendido de la Iglesia.

Hoy en día tenemos los misales romanos casi en su mayoría en vernáculo, mientras que el documento del Concilio contiene nada sobre la Misa vernácula, únicamente que algunas de las partes de la Misa pueden usar el vernáculo y ordenó que el idioma latín permaneciera en las partes esenciales de la Misa.
Una ironía adicional es que la mayoría de los Católicos hoy en día consideran que la Misa en latín está prohibida, cuando en realidad el Concilio prohibió lo opuesto – el uso exclusivo del vernáculo.[14] 
El cardenal John Heenan de Westminster, uno de los participantes en el Vaticano II, explica en su libro A Crown of Thorns (Una Corona de Espinas): 

El tema que fue más debatido en su totalidad fue la reforma litúrgica. Quizá sea más adecuado decir que los obispos estuvieron bajo la impresión que la liturgia había sido discutida en su totalidad. En retrospectiva, está claro que se les dio la oportunidad de discutir únicamente los principios generales. Los cambios subsiguientes fueron más radicales que aquellos que intencionó el Papa Juan y los obispos, que pasaron el decreto sobre la liturgia. Su sermón al final de la primera sesión muestra que el Papa Juan no sospechó lo que era planeado por los supuestos expertos litúrgicos.[15]

El experto litúrgico, Monseñor Klaus Gamber, dice lo mismo en su libro, The Reform of the Roman Liturgy (La Reforma de la Liturgia Romana), que la nueva liturgia no hubiese sido tolerada en el Concilio:

Una de las declaraciones que podemos hacer con toda seguridad es que el nuevo Ordo de la Misa, el cual ha emergido ahora, no hubiese sido endosado por la mayoría de los Padres del Concilio.[16]
Richard Cowden Guido informó que en el Sínodo de los Obispos de 1985 muchos obispos estuvieron abiertamente desilusionados con el Vaticano II:

Ningún católico serio negará que hubieron juicios errados en el Concilio. Después del Sínodo de Obispos de 1985, fueron hechos comentarios sorprendentes por los obispos que admitieron lo anterior antes de irse de Roma. Un autor escribió, citando a otra fuente: “… sin embargo, delicadamente en público y más cándidamente en privado, los padres del sínodo reconocieron que el Vaticano II cometió dos errores masivos en su juicio. El primero fue la vasta sobre – estimación de la solidez de las enseñanzas y prácticas Católicas... el segundo error fue una ingenuidad asombrosa sobre la naturaleza del mundo moderno.”[17] 

El Vaticano II y el fracaso en condenar al comunismo, y su fracaso en la dispersión sobre el modernismo y sus ingredientes “masónicos”.

El Vaticano II hasta falló en condenar el comunismo. El Padre Frank Poncelot escribe:

… El Vaticano II no fue convocado para suprimir una herejía o un problema específico en la Iglesia. Pasó por alto el mal del comunismo; pasó por alto la dispersión del modernismo con sus ingredientes masónicos que condenó el Papa San Pío X; y que no trató los problemas que muy probablemente podrían causar los medios electrónicos para la Iglesia a nivel mundial.”[18]

El Padre Paul Kramer informa que cientos de obispos intentaron condenar al comunismo en el Concilio, pero su solicitud se “perdió” misteriosamente”:

Se “perdió” misteriosamente la intervención escrita de los 450 Padres del Concilio en contra del Comunismo, después de haber sido entregada a la Secretaría del Concilio, y a los Padres del Concilio que se levantaron para denunciar el Comunismo se les pidió que se sentaran y se callaran.[19] 

En 1983 el Arzobispo Marcel Lefebvre dijo en una conferencia en Long Island, Nueva York que fue él mismo quien llevó las 450 firmas a la Secretaría del Concilio en Vaticano II:

Y se les prometió a los comunistas que el comunismo no sería condenado por la Iglesia y que no se condenó en el Concilio. Yo mismo llevé las 450 firmas a la Secretaría del Concilio para que se condene al comunismo. ¡Lo hice yo mismo! Cuatrocientos cincuenta firmas de los obispos se engavetaron y se enterraron en el silencio, mientras a veces se escuchaba la solicitud de un único obispo. En este caso, fueron ignorados los 450 obispos. Se cerró la gaveta; nos dijeron, no, no, no tenemos ningún conocimiento al respecto, no habrá condena del comunismo. Y ellos reemplazaron a los obispos anticomunistas: Cardenal Mindszenty por el Cardenal Lekai, el Cardenal Beran en Checoslovaquia por el Cardenal Tomasec. Lo mismo sucedió en Lituania y en Checoslovaquia, todos los obispos se hicieron sacerdotes del movimiento de Paz, colaboradores del régimen comunista. Usted puede leer en el libro titulado Moscow and the Vatican (Moscú y el Vaticano) sobre cómo los sacerdotes lituanos le escribieron una carta a sus obispos en la cual decían: “Hoy, ya no entendemos. Anteriormente, nuestros obispos nos apoyaban en la lucha contra el comunismo y murieron mártires; muchos todavía están en prisión, otros están muertos martirizados porque nos apoyaron en contra de los comunistas para poder cumplir con nuestros deberes de sacerdotes, y ahora son ustedes los obispos que nos están condenando, son ustedes quienes nos dicen que no tenemos el derecho de resistir, de cumplir con nuestro apostolado porque es contrario a las leyes de comunismo, contrario al gobierno.[20] 

A través del Tratado Vaticano – Moscú se efectuó la promesa hecha a los comunistas en cuanto a que el comunismo no sería condenado por el Vaticano II. Nuestra Señora de las Rosas dijo al respecto de este tratado:

Verónica – Nuestra Señora sostiene un papel pergamino.
"Mira, hija Mía, lo que ha sido escrito aquí. ¿De adónde y cuándo se originó este pergamino de reconciliación con Rusia, firmado por muchos Cardenales? Oh, hija Mía, Mi Corazón sangra... El pergamino de papel contiene las palabras que establecieron el tratado entre el Vaticano y Rusia." (Nuestra Señora, 1 de Julio, 1985).

“Jesús” también habló sobre el tratado:

"Hija Mía e hijos Míos, recordad ahora, que os he pedido poneros en contacto con el Santo Padre, Juan Pablo II, y decirle que él debe de rescindir el Tratado, el Pacto hecho con Rusia; porque sólo de esa manera tendréis verdadera paz.." (Jesús, 6 de Junio, 1987) 

Vaticano II: uno pastoral y no un Concilio dogmático

El Cardenal Ratzinger, sínico y prepotente insulta al Arzobispo Lefebvre

El tenebroso cardenal Joseph Karl Ratzinger que infiltró el modernismo
En la carta del Cardenal Ratzinger al Arzobispo Lefebvre el 20 de Julio, 1983, declara que: “deberá notarse que, debido a que los textos conciliares son de una autoridad variante, no está prohibida la crítica de ciertas expresiones de ellos, de acuerdo a las reglas generales de adhesión al Magisterio. Igualmente usted puede expresar el deseo de una declaración o explicación a varios de los puntos... Personalmente usted quizá no puede ver cómo son compatibles y, por lo tanto, le pide a la Santa Sede una explicación (**).” El mismo Papa Pablo VI también hizo un comentario similar: “Dado el carácter pastoral del Concilio, evitó pronunciar de manera extraordinaria los dogmas investidos con la otra de infalibilidad.”[21]
(**) Estas palabras de Ratzinger denotan un claro insulto a la inteligencia del Arzobispo Lefebvre, como si fuese torpe para entender los textos conciliares, cuando que el mismo Ratzinger está declarando el 20 de Julio que “los textos conciliares son de una autoridad variante”. 

Al cierre del Vaticano II, los obispos le preguntaron al Arzobispo Felici (en Secretario del Concilio) sobre lo que los teólogos llamaron la “nota teológica” del Concilio. Es decir, el “peso” doctrinal de las enseñanzas de Vaticano II. Felici respondió: “Tenemos que distinguir de acuerdo a los esquemas y a los capítulos que ya han sido sujetos de definiciones dogmáticas en el pasado; en cuanto a las declaraciones que tienen un carácter nuevo, tenemos que hacer reservas.”[22] 
En relación a los cambios nuevos y a las decisiones imprudentes que resultaron después del Vaticano II, Dietrich von Hildebrand, a quien el Papa Pío XII alabó como el “Doctor de la Iglesia del Siglo XX”, nos instruye diciendo:
En el caso de la autoridad práctica, distinta a la teórica, que se refiere, claro está, a las ordenanzas del Papa, no se ha prometido la protección del Espíritu Santo de la misma manera. Las Ordenanzas pueden ser desafortunadas, mal concebidas y hasta desastrosas, y han habido muchas así durante la historia de la Iglesia. Aquí no cabe Roma locuta, causa finita. Los fieles no están obligados a considerar que todas las ordenanzas son buenas y deseables. Las pueden lamentar y orar para que sean retornadas; ciertamente, pueden trabajar, con todo el respeto que se merece el Papa, por la eliminación de las mismas.
"El gran Concilio, el Concilio que ha traído discordia, desunión y la pérdida de almas, el mayor hecho detrás de esta destrucción fue debido a la falta de oración. Satanás se sentó dentro de este Concilio, y él vio su ventaja." – San Miguel, 18 de Marzo, 1976 

Para conocer a más detalle todo el Plan infernal para la Infiltración a la Iglesia y su demolición, le recomendamos ver la Serie de Documentos, Investigaciones y Mensajes titulado: ¡Cómo llegó 'el ladrón' a la Silla de Pedro! en http://antiiglesia.blogspot.com








[1] Profesor James Daly de la Universidad de McMaster, Ontario, The Catholic Register, 12 de Octubre, 1977.
[2]
Nuestra Señora de las Rosas, habló de esta “nueva teología” en Su Mensaje en Bayside: "Yo te permití, hija Mía, estar plenamente al tanto ahora del mal en las instituciones de enseñanza de la Iglesia de Mi Hijo. Una nueva teología de moral ha sido establecida entre vosotros. ¡Y qué es sino una creación de satanás!” (Nuestra Señora, 31 de Enero, 1976)
[3]
Chris Ferrara, “The Third Secret of Fatima and the Post-Conciliar Debacle (El Tercer Secreto de Fátima y el Debacle Pos-Conciliar),” Parte 3.
[4]
“Open Letter to Confused Catholics,” (Carta Abierta a Católicos Confundidos) Arzobispo Lefebvre, Kansas City, Angelus Press, 1992, p. 106.
[5]
“Wanderer,” 31 de Agosto, 1967.
[6]
El Muy Reverendo Aloysius Wycislo S.J., Vatican II Revisited, Reflections by One Who Was There, (Vaticano II Revisitado, Reflexiones por Uno Quien Estuvo Ahí) p. x, Alba House, Staten Island, New York; citado en The Devil’s Final Battle (La Batalla Final del Demonio), p. 53.
[7]
Yves Congar, O.P. citado por el Padre George de Nantes, CRC, no. 113, p.3.
[8] Cardenal Joseph Ratzinger, Principles of Catholic Theology (Principios de la Teología Católica), Ignatius Press: San Francisco (1987) p. 42.
[9] “Open Letter to Confused Catholics (Carta Abierta a Católicos Confundidos),” Arzobispo Lefebvre, Kansas City, Angelus Press, 1992, p. 100.
[10] “Open Letter to Confused Catholics (Carta Abierta a Católicos Confundidos),” Arzobispo Lefebvre, Kansas City, Angelus Press, 1992, p. 106.
[11] Cardenal Joseph Ratzinger, Principles of Catholic Theology (Principios de la Teología Católica), Ignatius Press: San Francisco (1987) pp. 381-382.
[12]
Ibid., p. 334.[13] Fr. R. M. Wiltgen, The Rhine Flows Into the Tiber (El Rhine Fluye hacia el Tiber), TAN Books and Publishers (1967).[14] Fr. Frank Poncelot, Airwaves from Hell (Ondas Aéreas del Infierno), pp. 143-144.
[15]
J. Heenan, A Crown of Thorns (Una Corona de Espinas), (London, 1974), p. 223; citado en la revista Latin Mass, Primavera 1996, p. 45.
[16]
Mons. Klaus Gamber, The Reform of the Roman Liturgy (La Reforma de la Liturgia Romana), p. 61.[17] Richard Cowden Guido, John Paul II and the Battle for Vatican II (Juan Pablo II y la Batalla por el Vaticano II), Trinity Communications, 1986, el autor cita la revista National Review, Febrero, 1986; citado en el libro del Padre Frank Poncelot, Airwaves from Hell (Ondas Aéreas del Infierno), pp. 18.
[18] Padre Frank Poncelot, Airwaves from Hell (Ondas Aéreas del Infierno), p. 186.
[19]
The Devil’s Final Battle (La Batalla Final del Demonio), p. 52.
[20]
Conferencia de Su Excelencia, Arzobispo Marcel Lefebvre, Long Island, Nueva York, 5 de Noviembre, 1983.
[21]
Paul VI, Audiencia General el 12 de Enero, 1966.
[22] “Open Letter to Confused Catholics (Carta Abierta a los Católicos Confundidos),” Arzobispo Lefebvre, Kansas City, Angelus Press, 1992, p. 107.

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